Por Nikos Salingaros y Michael Mehaffy
Las propuestas para la reconstrucción del World Trade Center presentadas por algunos de los más importantes arquitectos del mundo revelan una curiosa situación: la vanguardia de la arquitectura se encuentra atrapada desesperadamente en un pasado fracasado.
No es éste el pasado creativo que el crítico de arquitectura del New York Times, Herbert Muschamp, despectivamente rechaza como "la antigua planificación urbana" -- el pasado en el cual la compleja trama urbana de New York creció para definir una de las ciudades más magníficas de la tierra. Es en cambio un pasado de ideas fallidas y falacias lógicas, de ciencia mal usada y de tecnología de comienzos del siglo XX pasada de moda.
¿Decontruyendo Manhattan?
Casi todas las propuestas para la reconstrucción del World Trade Center surgen de un movimiento de moda actual conocido como "Decontructivismo". Como queda implícito en su nombre, éste fractura las formas en fragmentos dentados, desbalanceados. La intención declarada es crear una nueva arquitectura que sea intrépida e innovadora, excitante y provocativa.
Pero la reacción del público -- contrariamente a lo que los arquitectos decontructivistas y algunos críticos dicen -- ha sido principalmente mirar los resultados con temor. El público se pregunta por qué los arquitectos persisten en diseñar edificios tan feos. ¿Son tal vez los no-arquitectos tan ignorantes y poco sofisticados como para no reconocer el nuevo traje del imperio?
En realidad, no.
Los arquitectos de moda están yendo deliveradamente en contra de las leyes de la materia. Las pautas de coherencia estructural se construyen en el ser humano a través de un proceso de adaptación que es esencial para la supervivencia en la tierra. Violando estas pautas se dispara la ansiedad en nuestra mente y el estrés en nuestro cuerpo -- de ahí las denuncias de ultraje contra las últimas concepciones arquitectónicas. No obstante, nuestros últimos conocimientos científicos están deliberadamente alterados por la novedad y el espectáculo.
Una mirada hacia las más importantes escuelas de arquitectura confirma el patrón. Los estudiantes están entrenados para ignorar sus intuiciones, persiguiendo en cambio las últimas novedades tecnológicas de moda, cualquiera que estas sean. Como el nivel del alumno se mide según el grado de adhesión que tenga a la magnificencia del emperador, entonces rápidamente se le une.
Después de semejante entrenamiento de de-sensibilización, los arquitectos persiguen la novedad en el diseño dentro de territorios no explorados sin reconocer los peligros inherentes. Los seguidores de la escuela decontructivista carecen de una base científica para comprender que sus audaces y espeluznantes diseños son literalmente tóxicos -- que pueden producir enormes daños al tejido urbano y a la calidad de vida del hombre.
Al fin y al cabo, estas no son solo esculturas divertidas. Para mejor o peor, estas estructuras darán forma a la vida cotidiana de las futuras generaciones.
La complejidad del universo.
El Decontructivismo hace afirmaciones políticas y científicas, originando en la moda "Post-Estructuralista" francesa filósofos como Foucault y Derrida, entre otros. Ellos, y sus partidarios en el mundo del diseño, comienzan con una gran verdad: el universo es una compleja e intrincada estructura. Pero luego van a hacer una de las más falaces conclusiones de la historia occidental: el universo no es más que una colección de partes. Por lo tanto, el desmontaje, o la decontrucción, de los sistemas complejos como edificios, ciudades, instituciones, ideas y tradiciones es esencial para la resolución de los problemas actuales.
Cualquier científico nos dirá que tal premisa no tiene absolutamente ningún sentido. Si la ciencia ha revelado algo en los últimos 100 años, es el carácter coherente del universo, en el cual el Todo es más que la suma de las partes. Los sistemas físicos, químicos, biológicos y ecológicos no pueden ser entendidos como meras colecciones de partes -- de hecho, ningún sistema puede ser entendido así. Las interacciones son tan importantes como los componentes.
La vida sólo puede ser entendida como una serie de patrones que definen entidades coherentes en escalas sucesivamente crecientes. La vida surge de diminutos procesos flexibles, cada uno de ellos respondiendo acumulativamente a todos los que le precedieron. Estos procesos generan conjuntos complejos desde la escala del átomo hasta los organismos, y más allá, hasta las sociedades humanas y sus creaciones.
Aplicado a las ciudades, las áreas urbanas no son colecciones mecánicas de formas abstractas. Ellas son tejidos contextuales que evolucionan con el tiempo.
Esta visión científica fundamental de la realidad está ausente en la filosofía decontructivista. El que, según se dice, es el movimiento más "moderno" de diseño del 2000, está más orientado a la visión científica del mundo del siglo XIX que hacia lo que sucede en nuestros días.
¿Pero como puede suceder esto, si según sus promotores, el Decontructivismo aspira a abarcar la "complejidad" y la "nueva ciencia"? Lamentablemente, los decontructivistas no comprenden el proceso genuino, sino solamente una engañosa imagen congelada de él -- y peor aún, una que vuelve a todos los detalles importantes totalmente erróneos. En lugar de la adaptación a la complejidad, los decontructivistas insisten en imponer la "estetica de la maquina" salida de la Bauhaus de los años 20, pero ahora retorcida y transformada a una escala grotesca. En lugar de la complejidad de los fractales, ellos imponen una confusión masiva de formas cristalinas elementales.
Esto es absurdo. Además es destructivo para el tejido urbano de la vida humana. Los apologistas de este engaño, fuertemente sustentados por los medios y por nuestras instituciones más poderosas, nos instan a erigir monstruosos monumentos a semejante ignorancia. Estos símbolos desafortunados sólo muestran a una nación ingenua, conducida por imágenes y modas estúpidas, y que se ha vuelto en contra del conocimiento científico genuino que la hizo grande.
El daño al tejido urbano es lo peor. En lugar de la lenta adaptación de la riqueza de la vida urbana, los decontructivistas proponen solamente otro fundamentalismo geométrico modernista -- una nueva confección metálica para reemplazar el fallido fundamentalismo geométrico de las torres caídas.
El nihilismo como ideología política.
Pero no importa, no hay aquí nada menos que una ideología política. Para los filósofos decontructivistas y sus seguidores, todos las expresiones son "construcciones sociales", es decir un problema de opinión. De esta manera, cualquier visión del mundo es tan válida como cualquier otra, y solo la privilegiada opinión de las "elites" -- y en particular los descubrimientos científicos -- será rechazada. Todo esfuerzo consistente por evocar un significado particular -- incluyendo cualquier cosa con el más leve aroma a "tradición" o "historia" -- debe ser rechazado como una imposición de las fuerzas "reaccionarias" burguesas.
Los decontructivistas contradicen la progresiva e históricamente acumulativa naturaleza de la ciencia. (Para una particular exposición de este absurdo, ver el libro "Fashionable Nonsense", de Alan Sokal y Jean Bricmont. Narra un artículo satírico consistente en una charla incoherente en una jerga particular, que fue ansiosamente publicada por un periódico de moda Post-Estructuralista.)
Esto es lo ilógico, una creencia que solo se sirve a sí misma en el centro de la ideología Decontructivista, la cual es enmascarada como "liberación". ¿Qué son los ellos mismos sino elites auto elegidas? ¿Es que ellos no se preocupan cuando descartan las opiniones que están en el centro de la ciencia, mientras al mismo tiempo estrepitosamente reclaman la adopción de los últimos avances científicos?
Aparentemente no.
Este hábil truco político puede tener profundas consecuencias en la formación de nuestras ciudades en siglo XXI, como vivamente se ilustró en las últimas propuestas para el World Trade Center. Para el futuro de los Decontructivistas, los duraderos valores de la tradición, la continuidad histórica, y la celebración de los ideales democráticos Americanos -- todo lo que esperamos que el monumento post 9/11 deba representar -- son meras construcciones sociales, para ser evitadas y aún atacadas. Según ellos, el monumento del 9/11 debe sólo celebrar el nihilismo, la desesperación y la futilidad de la existencia.
Despues de los Decontructivistas: ¿una arquitectura de la Reconstrucción?
Este puede, de hecho, ser un proyecto para un movimiento de autocompasión, construido dentro de una anticuada visión científica del mundo y una moderna falacia filosófica.
Después que la momentánea fascinación con los decontructivistas haya pasado, quedaremos nosotros para recoger las piezas y tratar de construir un ambiente digno de nuestra humanidad. Lejos de justificar la desesperanza, la nueva ciencia nos da material fértil para reconstruir, y un gran optimismo sobre lo que es posible en nuestra era tecnológica.
Una fuerte evidencia sugiere que una arquitectura nueva y genuina es inminente -- llamémosla "Reconstructivismo" -- sustentada por la nueva ciencia, y energizada por una profunda comprensión de la complejidad, la vida y el Todo. Este movimiento filosófico, junto con sus aplicaciones prácticas para reconstruir nuestro mundo severamente dañado, representa lo opuesto del nihilismo decontructivista. Reflejará el pasado, pero no como copia esclavizante. Será tan moderno y contemporáneo como cualquier nueva especie en la naturaleza, evolucionando a partir de su ambiente y su historia, y reflejándolo.
Antes de que nuestra sociedad pueda adoptar este creativo propósito, el pensamiento público debe aprender a desechar a los partidarios de la ignorancia arquitectónica, quienes marcan todo lo que contiene vida como "reaccionario". Así como todas las formas de vida tienen similitudes estructurales fundamentales, entonces toda forma arquitectónica viviente debe tener algo en común con las grandes realizaciones arquitectónicas del pasado, no necesariamente a través de la copia. Como las anteojeras de una mula, los decontructivistas han impedido a una generación entera ver las cualidades estructurales básicas de la vida.
Con una nueva educación, edificios dignos -- conectados al legado humano y la historia -- pueden ser nuevamente comisionados alrededor del mundo.
Entretanto, en la histeria masiva por ser "contemporáneo", las metrópolis deben entender que tanto su pasado como su futuro están en peligro.
Nikos Salingaros (salingar@sphere.math.utsa.edu). Es profesor de matemáticas en la Universidad de Texas en San Antonio, y posee un subsidio de la Fundación Sloan para estudiar las leyes científicas de la arquitectura.
Michael Mehaffy (mmehaffy@comcast.net ). Es urbanista y teórico en Portland, Oregon.
Ambos son editores asociados de Katarxis 3 (www.katarxis.com), un periódico internacional que explora la nueva ciencia y la nueva arquitectura.
1 comentario:
Hola! Quería saber si el Sr. Ribadeneira posee un mail al cual pueda contactarme. Gracias!
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